Con el lanzamiento de Tomsa, la nueva colección de Somos Mhuyscas, aproveché la oportunidad para descubrir un pueblo que hasta entonces no conocía: Tabio.
El pueblo
Ubicado a poco más de 30 kilómetros de Bogotá, el nombre Tabio proviene de la palabra muisca “Teib”, que significa “abolladura” o “boquerón”, una descripción que encaja perfectamente con su particular situación geográfica: está situado junto al desfiladero del Río Frío, rodeado por imponentes montañas.
Antes de la llegada de los colonizadores, este territorio era un importante centro de recreo del Zipa, máxima autoridad del pueblo muisca, símbolo de poder y tradición. El casco urbano se encuentra a aproximadamente 2.569 metros sobre el nivel del mar, mientras que la zona de Llano Grande alcanza los 3.200 metros, ofreciendo paisajes y climas muy variados.
Tabio también es conocido —junto con el cercano municipio de Tenjo— por ser un punto caliente para el avistamiento de ovnis, especialmente en la mística Peña de Juaica. Según la tradición local, este lugar es donde los extraterrestres suelen aterrizar para admirar la belleza del pueblo. Esta creencia tiene raíces muiscas, pues la Peña antes era llamada el “Brazo del Diablo”, de donde se decía que emanaban luces sobrenaturales. Hoy, se considera que este promontorio es una especie de pirámide natural y un portal místico.Ermita de Santa Bárbara
La Ermita de Santa Bárbara es una de las construcciones más antiguas de Tabio y un símbolo del encuentro —y conflicto— entre dos mundos. Fue la primera capilla edificada por los españoles tras su llegada al territorio, con el propósito de adoctrinar a los muiscas, los habitantes originarios de la región.
Se trata de una pequeña construcción en piedra, de aspecto sencillo pero cargada de historia, que corona una loma desde donde se obtienen hermosas vistas del paisaje tabiano. Su ubicación no es casual: en tiempos coloniales, las alturas eran elegidas tanto por su valor estratégico como espiritual, y aún hoy conserva una atmósfera de recogimiento y silencio.
Visitarla es acercarse a uno de los puntos más significativos del patrimonio religioso e histórico de Tabio, donde se puede reflexionar sobre los inicios de la colonización y su huella en la arquitectura, la fe y la cultura local.
Iglesia de la Inmaculada Concepción
De estilo barroco y pintada de un blanco resplandeciente, la Iglesia de la Inmaculada Concepción se alza en el costado occidental del parque principal de Tabio, siendo uno de los íconos más representativos del municipio. Su historia se remonta a épocas coloniales, cuando en el mismo lugar existía una pequeña capilla construida en tapia pisada y con techo de paja, erigida sobre un antiguo cementerio indígena.
La iglesia actual habría sido terminada en 1904 y consagrada en 1929, marcando un momento clave en el desarrollo religioso y urbano del pueblo. Su fachada sobria y elegante da paso a un interior cálido y acogedor, donde destacan sus altares en madera tallada, varias imágenes religiosas tradicionales —entre ellas, por supuesto, la de la Inmaculada Concepción— y un ambiente que invita al recogimiento.
Además de ser un lugar de valor histórico y arquitectónico, la iglesia sigue teniendo un rol activo en la vida de la comunidad. Aquí se celebran misas, fiestas patronales, matrimonios y otros eventos religiosos que convocan tanto a los habitantes de Tabio como a visitantes.
El Jardín Botánico
De acceso gratuito y con más de 25 años de historia, es un pequeño oasis natural que invita a pasear con calma y atención. Este espacio alberga un sereno lago, rodeado por una variedad de árboles nativos como el arrayán, el caucho sabanero, el siete cueros, el aliso y el chalchal, entre otros. Estos árboles no solo ofrecen sombra y belleza, sino que también atraen a múltiples especies de aves, convirtiendo el jardín en un refugio perfecto para la observación y la contemplación.
Uno de los elementos más llamativos del jardín son tres esculturas de cabezas femeninas, que representan las etapas de la vida: juventud, adultez y vejez. Estas obras, además de enriquecer el entorno con arte, invitan a reflexionar sobre el paso del tiempo y la conexión entre la naturaleza y la experiencia humana.
Caminata hasta las Capillas de Carrón
En el jardín me comentaron sobre una caminata interesante que valía la pena hacer. Pregunté un poco más y decidí emprender el recorrido: unas dos horas de subida constante a buen ritmo, por el mismo camino que lleva a la mística Peña de Juaica, saliendo desde Tabio.
El sendero, flanqueado por árboles nativos, serpentea entre casas de campo y fincas, mientras el silencio del entorno invita a perderse en los propios pensamientos. Es de esos trayectos en los que, caminando en soledad, uno reflexiona de todo un poco.
Finalmente, llegué a ese lugar donde la espiritualidad y la naturaleza se encuentran en perfecta armonía: las Capillas de Carrón, dos pequeñas construcciones enclavadas en medio del bosque. Una está dedicada a la Virgen de Guadalupe, y la otra —Nuestra Señora del Refugio—. También hay una imagen de la Virgen tallada en una roca y una cruz que parece abrazar el paisaje.
Es una caminata ideal para ejercitar el cuerpo, pero también para renovar el espíritu. En el camino se puede hacer alguna pausa para escuchar el canto de los pájaros, admirar las mariposas multicolores que cruzan el sendero o tomar un jugo fresco en alguno de los puntos cercanos al destino.
Somos Mhuyscas
Después de bajar de las capillas, aproveché para disfrutar un delicioso postre y darme un respiro antes de asistir al desfile de Somos Mhuyscas. El evento tuvo lugar en un espacio verdaderamente especial: un precioso restaurante ubicado en una antigua casa colonial, donde también funciona la encantadora librería Matorral.
Allí, entre arquitectura con historia y ambiente cálido, los modelos —entre ellos mi querido amigo Sebastián— desfilaron para mostrarnos el increíble vestuario que Somos Mhuyscas teje con técnicas ancestrales y un profundo respeto por la tradición. Si me siguen en Instagram, ya habrán visto que tengo una de sus ruanas-manta, pero antes de que termine el año estoy segura de que me autoregalaré ese chaleco-peto que no me saco de la cabeza.
Tabio, me enamoré de ti. Sin duda volveré pronto, todavía me quedan recorridos por descubrir y visitas pendientes que me esperan con los brazos abiertos.
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