El final de año es, para muchos, tiempo de hacer una retrospectiva sobre lo que ha pasado. Yo, este año, he preferido hacerlo a principios del año nuevo.
Contrariamente a lo que muchos seguramente piensen dado que no soy de esas personas que publican todo lo que le pasa en las redes sociales y, por consiguiente, hoy en día parece que eso quiera decir que nunca me pasa nada, el camino por el cual anduve durante el 2016 no ha sido precisamente un camino de rosas sin espinas.
He vivido de todo: momentos buenos y otros que llamaremos menos buenos, pero he elegido quedarme con los primeros y aprender de los segundos. Con el tiempo, me he dado cuenta de que poco a poco todo y cada uno va poniéndose en el lugar que le corresponde: unos se van, otros llegan, pero lo importante es que lo auténtico se queda.
Tampoco voy a tomar grandes resoluciones este año: no hace falta estar a principios de año para tomarlas sino que se ha de hacer a lo largo del año.
De momento, 2017 se presenta con nuevos grandes retos, nuevos proyectos, nuevos destinos… las cosas quizás no vayan a ser fáciles pero la nueva aventura que me espera me hará vivir sin duda grandes experiencias. Por el momento, no me lo están poniendo fácil pues es como si estuviera caminando por un sendero que no deja de girar, bajo una intensa niebla, pero sigo pensando que todo será por algo… así que intento mantener la calma y ser paciente… un buen entrenamiento para lo que me espera en 2017, año en el cual pienso añadir un poco más de vida en lo que llevo a cabo y, evidentemente, en el cual seguiré escribiendo.
¡Feliz Año 2017!
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