lunes, 14 de septiembre de 2020

Cinco meses después

Después de 5 meses, la cuarentena finalmente acabó, aunque evidentemente nada es como antes. ¿Mejor o peor? Ninguno de los dos creo, solo diferente. 

Afortunadamente, el único plan que hice a principios de año era el de no hacer planes. Aunque para mucho el despertar o los nuevos comienzos empieza con el año nuevo, para mi fue al principio de la cuarentena. Llevaba varios días subiendo, emergiendo nuevamente del profundo pozo en el cual había caído otra vez (sí, otra vez porque se ve que no había aprendido de errores pasados) y una mañana desperté, como siempre, antes de que sonara la alarma. Eché un ojo a las redes sociales y, sin ninguna razón en particular, me dije: ‘¡Hasta acá!’ Y tomé la decisión de pensar en mí. Me encontré sola, muy sola, pero creo que eso también me ayudó. 

En ocasiones el destino te da lecciones, o eso crees. A veces lo que te da es tiempo para que puedas pensar y reflexionar sobre esas acciones y actitudes que deberías cambiar para cambiar ese resultado que no te gusta y que se repite. Dediqué tiempo a analizar quien me apoyaba y quien no, quien me quería en su vida por quien soy a pesar de mis defectos y quien solo me quería por lo que le podía aportar. A partir de allí, me deshice de esas cosas que, peor que no aportarme nada, me despojaban de mi tranquilidad. 

Foto: Gobierno de España, Ministerio para la transición ecológica y el reto demográfico


A mí la cuarentena me pilló en Bogotá y no podría estar más contenta. Pude seguir trabajando, aunque de otra forma. Cambié mis rutinas y me adapté, una vez más, a la nueva situación. Estoy acostumbrada a los cambios y ese solo fue uno más que me hizo despertar y crecer. Es cierto, tuve días buenos y otros malos, pero elijo quedarme con los buenos. 

Cuando tocaba salir, las calles estaban muy poco transitadas. El ruido de los carros fue sustituido por el cantar mañanero de los pájaros y por los ladridos de algunos perros impacientes. 

El sol brilló y la lluvia cayó en Bogotá, como en tiempos “normales”. El pasto del parque creció y creció. Algunos negocios cercanos cerraron, otros resistieron como pudieron y a otros les fue mejor que nunca. La gente se cruzaba (y se cruza) por la calle, mirándose en ocasiones con miedo, con la boca escondida, tapada, como si su derecho a hablar también le hubiera sido arrebatado… 

Nada volverá a ser igual ¿o tal vez sí? Con el tiempo las cosas se relativizan, las personas olvidan y vuelven a cometer errores muy parecidos a los de antes. Por lo pronto lo que noto es una falta de consideración aún más grande hacia el medio ambiente. Eso y sus consecuencias son el verdadero peligro (eso merece artículo aparte que redactaré en cuanto pueda). 


2 comentarios:

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