Cuando postulé para venir a enseñar durante unos 9 meses a Colombia, tenía previsto eso: 9 meses enseñando inglés para adquirir más experiencia en esta area. Cuando en un principio se suponía que iba a enseñar a niños y adolescentes en Bogotá, el destino quiso que acabara en Quibdó, enseñando a adultos, un cambio que no me importó sino que me entusiasmó a pesar de las advertencias sobre la región a la que iba (los que me conocen ya saben que disfruto más con lo inesperado y con los retos). Después de esta experiencia en Colombia, tenía pensado tal vez irme 6 meses a África a enseñar inglés y/o francés.
¿Quién me iba a decir a mí cuando cogí el avión el 19 de febrero que mis sueños y mi forma de ser cambiarían tanto?
Tal y como lo escribí en Las Sendas de la Felicidad, todo ocurre por algo y esta frase se reafirma cada vez más. Sí, he cambiado, y no solo en mi forma de hablar como algunos me comentan, sino también mi forma de ser y de ver la vida. Aunque bien es cierto que sigo preocupándome por ciertas cosas, vivir en Quibdó me ha enseñado a ser más paciente y más tolerante; a no enfadarme tanto cuando, por ejemplo, los vecinos ponen su música tan fuerte que la oigo como si la pusiera yo; a disfrutar de la lluvia, de los aguaceros y de las tormentas; a esperar tranquilamente a que vuelva la energía cuando ésta se ha ido; a ser consciente de cada instante feliz que estoy viviendo y a gozarlo al máximo; y también a sonreír naturalmente, así como a no hacerlo si no me nace, aunque se esté tomando una foto.

De momento, he decidido quedarme en Quibdó unos meses más, porque siento que debo hacerlo, que es el camino que he de seguir ahora mismo. Así que después de viajar a Bogotá para participar en el evento de cierre del programa y recibir un reconocimiento por parte de Volunteers Colombia, y después de recibir otro por parte de la Escuela de Policía donde estuve dando clases, después de aparecer en diferentes videos para promocionar el bilingüismo en el país, después de las despedidas con nuestros diferentes grupos, me dispongo a pasar las fiestas de fin de año en el Chocó.
En cuanto a mis sueños, también he aprendido que entre más callado una haga sus cosas, mejor suelen salir, así que de momento, prefiero no decir nada.
Tal vez unos se alegren de verme feliz siendo yo misma, tal vez otros no, pero ésta es mi vida y he aprendido a seguir mis instintos.
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