martes, 12 de septiembre de 2023

Aguas de Estuario, Velia Vidal

A finales de julio, fui por fin a una librería de barrio, muy recomendable, llamada La Guachafita. Allí, uno puede encontrar libros que no están tanto de moda y no hacen parte del famoso Booktok. Los que me conocen saben que pasé un año y medio en Quibdó, Chocó, donde descubrí Nuestro Motete, una corporación que promueve la lectura. Allí conocí a los fundadores, Velia y Roger. Cuando me fui, seguí lo que hacía sobre todo Velia, pero tal vez por el tiempo y dar prioridad a otros asuntos, solo la seguí de lejos.

¡Cuál fue mi sorpresa al encontrar uno de sus libros en La Guachafita! No lo pensé mucho y me llevé Aguas de Estuario, ¡y debo decir que no me arrepiento! Ahora solo espero poder encontrarme con Velia pronto para que me dedique esta preciosa obra, ojalá la vida permita que sea en Quibdó y pueda ir con mi compañero de viajes y sueños



Sinopsis:

En estas cartas, Velia Vidal relata sus andanzas desde que regresó al Chocó, al mar Pacífico, y se dedicó a la promoción de la lectura y a la gestión cultural. Con elementos de su entorno, elabora metáforas que dan cuenta de su marea interna y de las tensiones entre el centro y la periferia. A través de su escritura, la autora construye una historia y una geografía personales.

Libro ganador de la Beca para la publicación de obras de autoras afrocolombianas, negras, raizales y/o palenqueras del Ministerio de Cultura, 2020.



Mi Opinión:

En este texto epistolar, Velia narra cómo, después de varios años fuera de su ciudad natal, vuelve a Quibdó para construir su sueño. En estas cartas escritas a un buen amigo de Medellín, que sigue anónimo hasta el final, la autora se desnuda y cuenta intimidades, sueños, proyectos, cambios y transformaciones, así como su proyecto de vida, en un viaje de descubrimiento interior, tan variable como el agua a veces dulce y a veces salada, a veces tranquila y a veces revuelta, que a veces fluye de norte a sur y a veces de sur a norte.

Multiplicando las metáforas con las olas, el agua, los aguaceros, las mareas, los ríos y el mar, la autora se cuestiona sobre el amor por la gente, por las cosas, y el amor en general, llegando a la conclusión que todos conocemos (aunque a veces no lo queramos reconocer): el amor es la respuesta a todas las preguntas.

También descubrimos a la Velia más personal, su infancia, su relación con sus familiares, su adolescencia, sus dificultades con las burlas que sufrió en el colegio, las decepciones que sufrió en la consecución de sus proyectos.

Las referencias no solo a Motete, sino también a los clubes de lectura, a la primera Flecho (a la cual soy orgullosa de haber participado) y cuyo discurso comparte, y a mi querida Amalialu Posso Figueroa también están allí, mostrando la culminación de diferentes proyectos y de los sueños de Velia.

Resulta imposible elegir una sola carta, todas tienen un algo especial, y este libro me trajo muchos recuerdos e incrementó las ganas que tengo de volver y de llevar a mi compañero de sueños, en cuanto pueda permitírmelo.



Frases que más me gustaron bien porque me llevaron de vuelta a esa experiencia que tanto valoro en mi vida, o por sentirme identificada:

"Ahora sé que mi razón es el amor intenso".

"Amar así es lo que me da las fuerzas para vivir como las mareas".

"[...]¿habrá un límite en ese amor?"

"De los sesenta, he llorado como en veinte de los días. A veces de alegría, muchas otras de angustia. Lloro un rato y sigo."

"Aprende uno a amar tanto la lluvia, a vivir tanto con ella, que deja de sere una excusa y se convierte en parte de la vida".

"Hasta ahora el dinamismo o la variedad la he buscado por fuera, ha funcionado, ahora estoy buscándolo adentro. Es más complejo, es más exigente, y eso lo hace también más bello, más satisfactorio".

"Estar tarde, mientras miraba a caer el sol detrás de la selva que está al otro lado del Atrato, pensé que todo esto se trata de sembrar esperanza".

"Hay cosas que están hechas para ciertos instantes".



Velia, no sé si leerás esta reseña, pero si lo haces, que sepas que me trajiste mucha nostalgia, que guardo con muchísimo cariño la chapita de Flecho que me regalaste cuando acabó la feria, y que como homenaje, añadí la cola de ballena de madera hecha a mano que compré en Bahía Solano.



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