Después de casi 4 años en Bogotá, regresé a Europa por unas dos semanas, de visita. No fue mucho tiempo, y más considerando el tiempo de viaje, pero es el tiempo que tenemos de vacaciones anualmente.
Empezamos por visitar a mis padres, en el norte de Francia y creo que, además de la familia, lo que me gusta de esta zona son realmente los increíbles atardeceres que podemos disfrutar. Mis padres viven a escasos kilómetros de la playa e ir a ver los numerosos matices y colores es algo que tengo que hacer al menos una vez cada vez que regreso donde crecí.
Quend Plage les Pins
También fuimos a Montreuil-sur-Mer, una ciudad fortificada desde la cual solía coger el tren casi cada semana cuando estudiaba, y regresamos por la Baie d’Authie, donde también disfrutamos del atardecer y de la presencia de algunas focas que suelen vivir allí.
Montreuil-sur-Mer
Baie d'Authie, Berck-sur-Mer
Cerca de allí se encuentra el Parc du Marquenterre donde se puede hacer aviturismo -bueno, la verdad es que yo suelo ver el pájaro una vez emprende el vuelo, pero me gusta escuchar sus cantos y silbidos, acompañados del frisar de los árboles y arbustos, romper el silencio.
Parc du Marquenterre
Desgraciadamente, tres días y medio no dan para mucho y nos quedaron cosas por visitar en la región, pero también es una buena excusa para regresar.
Barcelona fue la segunda parada. Allí estuvimos cuatro días durante los cuales, además de poder reencontrarme con algunos amigos, las principales obras de Gaudí fueron el principal centro de las visitas. A destacar lo complicado que convirtieron el poder entrar a la Sagrada Familia y de allí una de las frases que quedará en la memoria: “todo eso para entrar a una iglesia”. No podían faltar tampoco la Casa Battló, la Pedrera -que hicimos de noche para poder disfrutar del espectáculo de luz y música- y el Park Güell. Evidentemente no podían faltar Las Ramblas, la Boquería, la Barceloneta, el Passeig de Gràcia, el Passeig Lluis Companys y parte del barrio de Gràcia, pues también pasamos por la Casa Vicens, aunque no llegamos a entrar.
Casa Batlló & Estatua de Antoni Gaudí (Gaudí Experiència 4D)
Espectáculo de luces y música en el techo de La Pedrera (Casa Milà) & Recepción con degustación de cava
Park Güell
Luminario en Plaça Reial & Sagrada Familia
Montserrat, un cerro ubicado a unos sesenta kilómetros de Barcelona, era un lugar al cual quería regresar, pues si bien es verdad que cuando vivía en España solía ir al menos una vez al año, también el hecho de que el cerro de Montserrate lleve su nombre debido a esa montaña lo convertía en un lugar imprescindible para visitar en este viaje (en este post, lo explico más detalladamente).
Nos tomó un día completo pero una caminata en la naturaleza siempre vale la pena. A parte de batir mi propio record para subir al mirador de Sant Jeroni, llegando en hora y media (se ve que “me faltaba motivación”), entramos al museo que queda al pie de la abadía: una visita muy recomendable donde se puede disfrutar de algunas obras poco conocidas, como las primeras pinturas que Pablo Picasso realizó cuando todavía era un joven adolescente. Además, el guarda de seguridad del lugar es una mina de información e informa más que el propio audioguía.
Vista desde el Mirador de Sant Jeroni
También tocará volver a Barcelona, pues faltaron otros puntos como Montjuic, la playa de día, el barrio de Gràcia, el Camp Nou, la Casa de les Punxes, así como algunos alrededores de la ciudad donde vale la pena ir. Pero tomamos agua de la famosa Fuente de Canaletas, así que confiemos en que pronto podremos volver!
Detalles con los que uno se encuentra al caminar por las calles de Barcelona
Decidimos realizar todos los recorridos largos dentro de Europa por tren, pues a parte de ser el medio de transporte que menos CO2 emite por persona, es también el más práctico al no tener que llegar con demasiada antelación y al poder llevar maletas sin que nos cobren gastos adicionales. Además es muy cómodo, uno ve paisajes y puede descansar bien.
Estación de Montpellier, Francia
Nuestra última parada fue París, donde pudimos estar un par de días antes de coger el avión de vuelta a Colombia. Aprovechamos para visitar el Museo del Louvre, ir y disfrutar de Montmartre (adoro ese barrio), pasar por el Arco de Triunfo, el Moulin Rouge, dar un paseo por el río Sena (donde nos quedamos helados) y probar muchas especialidades culinarias, como la sopa de cebolla, los mejillones con papas fritas, los crepes, el steak tartare, unos vinos,…
Montmartre
Museo del Louvre: la Libertad guiando el Pueblo, Eugène Delacroix
Museo del Louvre
Museo del Louvre: Mona Lisa (Gioconda), Leonardo Da Vinci
Al estar nuestro hotel cerca de la Torre Eiffel, estuvimos varias veces allí, aunque no pudimos subir (también tocará volver para eso y visitar las catacumbas que estaban cerradas en ese momento) pero lo que hicimos fue convertirnos en niños nuevamente y subirnos al tío vivo que hay delante. Aunque no tenga las fotos, ese es otro de esos momentos especiales que quedará grabado en mi memoria.
Gracias a mi compañero de viaje y aventuras por acompañarme. Te amo.
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