martes, 30 de septiembre de 2025

Recorriendo Colombia: Tabio, Cundinamarca

Con el lanzamiento de Tomsa, la nueva colección de Somos Mhuyscas, aproveché la oportunidad para descubrir un pueblo que hasta entonces no conocía: Tabio.


El pueblo

Ubicado a poco más de 30 kilómetros de Bogotá, el nombre Tabio proviene de la palabra muisca “Teib”, que significa “abolladura” o “boquerón”, una descripción que encaja perfectamente con su particular situación geográfica: está situado junto al desfiladero del Río Frío, rodeado por imponentes montañas.

Antes de la llegada de los colonizadores, este territorio era un importante centro de recreo del Zipa, máxima autoridad del pueblo muisca, símbolo de poder y tradición. El casco urbano se encuentra a aproximadamente 2.569 metros sobre el nivel del mar, mientras que la zona de Llano Grande alcanza los 3.200 metros, ofreciendo paisajes y climas muy variados.

Tabio también es conocido —junto con el cercano municipio de Tenjo— por ser un punto caliente para el avistamiento de ovnis, especialmente en la mística Peña de Juaica. Según la tradición local, este lugar es donde los extraterrestres suelen aterrizar para admirar la belleza del pueblo. Esta creencia tiene raíces muiscas, pues la Peña antes era llamada el “Brazo del Diablo”, de donde se decía que emanaban luces sobrenaturales. Hoy, se considera que este promontorio es una especie de pirámide natural y un portal místico.


Con calles empedradas y casas coloniales pintadas de vivos colores, Tabio es un pueblo que respira historia, tanto indígena muisca como católica. Al llegar al centro, uno se encuentra con un kiosco que lleva casi 80 años en pie, así como con abundante información que cuenta la rica historia de este lugar.


Pero Tabio no es solo su parque principal; sus alrededores y tradiciones esconden aún mucho más por descubrir:





Ermita de Santa Bárbara

La Ermita de Santa Bárbara es una de las construcciones más antiguas de Tabio y un símbolo del encuentro —y conflicto— entre dos mundos. Fue la primera capilla edificada por los españoles tras su llegada al territorio, con el propósito de adoctrinar a los muiscas, los habitantes originarios de la región.

Se trata de una pequeña construcción en piedra, de aspecto sencillo pero cargada de historia, que corona una loma desde donde se obtienen hermosas vistas del paisaje tabiano. Su ubicación no es casual: en tiempos coloniales, las alturas eran elegidas tanto por su valor estratégico como espiritual, y aún hoy conserva una atmósfera de recogimiento y silencio.

Visitarla es acercarse a uno de los puntos más significativos del patrimonio religioso e histórico de Tabio, donde se puede reflexionar sobre los inicios de la colonización y su huella en la arquitectura, la fe y la cultura local.



Iglesia de la Inmaculada Concepción

De estilo barroco y pintada de un blanco resplandeciente, la Iglesia de la Inmaculada Concepción se alza en el costado occidental del parque principal de Tabio, siendo uno de los íconos más representativos del municipio. Su historia se remonta a épocas coloniales, cuando en el mismo lugar existía una pequeña capilla construida en tapia pisada y con techo de paja, erigida sobre un antiguo cementerio indígena.

La iglesia actual habría sido terminada en 1904 y consagrada en 1929, marcando un momento clave en el desarrollo religioso y urbano del pueblo. Su fachada sobria y elegante da paso a un interior cálido y acogedor, donde destacan sus altares en madera tallada, varias imágenes religiosas tradicionales —entre ellas, por supuesto, la de la Inmaculada Concepción— y un ambiente que invita al recogimiento.

Además de ser un lugar de valor histórico y arquitectónico, la iglesia sigue teniendo un rol activo en la vida de la comunidad. Aquí se celebran misas, fiestas patronales, matrimonios y otros eventos religiosos que convocan tanto a los habitantes de Tabio como a visitantes.


Una parada imprescindible si deseas conocer no solo la historia material del pueblo, sino también su espiritualidad y tradiciones vivas.


El Jardín Botánico

De acceso gratuito y con más de 25 años de historia, es un pequeño oasis natural que invita a pasear con calma y atención. Este espacio alberga un sereno lago, rodeado por una variedad de árboles nativos como el arrayán, el caucho sabanero, el siete cueros, el aliso y el chalchal, entre otros. Estos árboles no solo ofrecen sombra y belleza, sino que también atraen a múltiples especies de aves, convirtiendo el jardín en un refugio perfecto para la observación y la contemplación.

Uno de los elementos más llamativos del jardín son tres esculturas de cabezas femeninas, que representan las etapas de la vida: juventud, adultez y vejez. Estas obras, además de enriquecer el entorno con arte, invitan a reflexionar sobre el paso del tiempo y la conexión entre la naturaleza y la experiencia humana.


Un lugar sencillo pero lleno de significado, ideal para una caminata tranquila o simplemente para sentarse a observar cómo la vida fluye en medio del verde.






Caminata hasta las Capillas de Carrón

En el jardín me comentaron sobre una caminata interesante que valía la pena hacer. Pregunté un poco más y decidí emprender el recorrido: unas dos horas de subida constante a buen ritmo, por el mismo camino que lleva a la mística Peña de Juaica, saliendo desde Tabio.

El sendero, flanqueado por árboles nativos, serpentea entre casas de campo y fincas, mientras el silencio del entorno invita a perderse en los propios pensamientos. Es de esos trayectos en los que, caminando en soledad, uno reflexiona de todo un poco.

Finalmente, llegué a ese lugar donde la espiritualidad y la naturaleza se encuentran en perfecta armonía: las Capillas de Carrón, dos pequeñas construcciones enclavadas en medio del bosque. Una está dedicada a la Virgen de Guadalupe, y la otra —Nuestra Señora del Refugio—. También hay una imagen de la Virgen tallada en una roca y una cruz que parece abrazar el paisaje.

Es una caminata ideal para ejercitar el cuerpo, pero también para renovar el espíritu. En el camino se puede hacer alguna pausa para escuchar el canto de los pájaros, admirar las mariposas multicolores que cruzan el sendero o tomar un jugo fresco en alguno de los puntos cercanos al destino. 




Somos Mhuyscas

Después de bajar de las capillas, aproveché para disfrutar un delicioso postre y darme un respiro antes de asistir al desfile de Somos Mhuyscas. El evento tuvo lugar en un espacio verdaderamente especial: un precioso restaurante ubicado en una antigua casa colonial, donde también funciona la encantadora librería Matorral.

Allí, entre arquitectura con historia y ambiente cálido, los modelos —entre ellos mi querido amigo Sebastián— desfilaron para mostrarnos el increíble vestuario que Somos Mhuyscas teje con técnicas ancestrales y un profundo respeto por la tradición. Si me siguen en Instagram, ya habrán visto que tengo una de sus ruanas-manta, pero antes de que termine el año estoy segura de que me autoregalaré ese chaleco-peto que no me saco de la cabeza.


Lo más difícil con las colecciones de Somos Mhuyscas es elegir solo una prenda: ¡todo es hermoso!
Un grandísimo abrazo a Steven y Valerio por su cercanía y gentileza de siempre.




Tabio, me enamoré de ti. Sin duda volveré pronto, todavía me quedan recorridos por descubrir y visitas pendientes que me esperan con los brazos abiertos.




jueves, 18 de septiembre de 2025

Navigating Culture Shock: disponible en Amazon

Navigating Culture Shock de Caroline Mervaille ya está disponible en Amazon en formato físico y Kindle (ebook). 


En esta obra escrita en inglés, Caroline comparte sus vivencias tras haber residido en varios países y, en particular, su experiencia al llegar a Colombia. Desde su rol actual en American School Way, ha podido profundizar en los desafíos que enfrentan los inmigrantes —o expats, como algunos prefieren llamarse—, los cuales varían según el país de origen.

Pero este no es solo un libro sobre los retos del choque cultural, sino también una guía que ofrece soluciones y sugerencias prácticas para facilitar la adaptación. Caroline nos recuerda que, aunque adaptarse no siempre es fácil, no estamos solos en este proceso. Todos los inmigrantes enfrentamos momentos difíciles, pero con el tiempo, esta experiencia puede volverse profundamente enriquecedora.

Una lectura esencial para quienes viven o planean vivir en el extranjero.

¡Descúbrelo hoy y haz de tu adaptación una experiencia positiva!


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martes, 16 de septiembre de 2025

Crónica: El Elogio a la Flojera

Últimamente, no dejo de ver anuncios, publicaciones y discursos que repiten una misma idea: que trabajar es esclavitud moderna, que se trabaja demasiado para ganar muy poco, que la vida se nos escapa en un empleo que no nos deja vivir. Se multiplican los videos de gente que se queja de la rutina. Se condena el esfuerzo y, en cambio, se glorifica una vida fácil, libre de compromisos. Parece que estamos entrando en una era donde todo lo que suene a trabajo huele a castigo. 

No niego que muchas personas estén agotadas, mal pagadas o atrapadas en entornos laborales injustos. Eso es real. Pero hay una línea que cruzamos sin darnos cuenta: pasamos de reclamar mejores condiciones a despreciar directamente la idea misma del trabajo. Lo tratamos como un enemigo, como una forma de opresión en lugar de una oportunidad de crecimiento o realización. 

Foto cortesía de Karelia Blum, en pexels.com. Texto añadido por Caroline Mervaille
A veces me pregunto: ¿en qué momento trabajar se convirtió en motivo de vergüenza? 

Yo, por ejemplo, trabajo los fines de semana. También estudio. Y lo hago porque quiero, porque me gusta, porque encuentro sentido en ello. Sin embargo, más de una vez me han mirado con lástima o me han preguntado si me estoy “autoexplotando”. Como si el simple hecho de querer aprovechar el tiempo fuera una forma de castigo autoinfligido. Como si disfrutar lo que uno hace anulara el derecho al descanso o lo convirtiera en un mártir del sistema. 

Lo curioso es que, mientras se señala al que trabaja, se premia al que no hace nada. Hoy se aplaude más al que vive “relajado”, al que trabaja lo menos posible, al que dice haber “renunciado al sistema”. Y cuando alguien, a fuerza de constancia y dedicación, consigue algo —un ascenso, una casa, una mejora—, no tarda en aparecer el juicio: “tuvo suerte”, “seguro que no fue por mérito”, “algo raro hay ahí”. 

Pero no se queda ahí. A veces, incluso intentan aprovecharse de lo que uno ha logrado con esfuerzo, como si tuvieran derecho a beneficiarse sin haber puesto nada. Y cuando eso no sucede, cuando no consiguen sacar provecho, no faltan los que recurren a la difamación. Empiezan a circular rumores, frases malintencionadas, intentos de manchar la reputación de quien simplemente se dedicó a trabajar. Como si el éxito ajeno fuera una amenaza personal. 

Nos olvidamos de que el mundo no está diseñado para complacernos. Frustra, exige, pone a prueba. Y sí, uno se equivoca. Pero también aprende. Por eso, creo que es hora de dejar de romantizar la mediocridad, de dejar de celebrar el mínimo esfuerzo. El trabajo —cuando es elegido y digno— no es el enemigo. El enemigo es la resignación, el miedo a intentar, la costumbre de conformarse con menos. 

Trabajar no debería ser una vergüenza. A veces, es lo más valiente que se puede hacer.


¡Sus comentarios son más que bienvenidos!



Foto cortesía de Karelia Blum, en pexels.com. Texto añadido por Caroline Mervaille

martes, 9 de septiembre de 2025

Recorriendo Colombia: las Minas de Sal de Nemocón

Nemocón esconde muchos secretos, hace unos meses, les hablaba del Desierto [Bosque seco tropical] de Checua, pero el municipio tiene también las famosas minas de sal, aunque no tan famosas tal vez como las de Zipaquira, pero sin duda más auténticas en mi opinión.


La Mina de Sal de Nemocón

La Mina de Sal de Nemocón está compuesta por distintos espacios, entre ellos el Museo de Historia de la Sabana, que narra el pasado de la región y su estrecha relación con la sal.

La mina funcionó hasta 1968 y hoy es un lugar de memoria que rinde homenaje a quienes dedicaron su vida a la extracción de este mineral. Algunas máquinas y herramientas originales se conservan como testimonio de la vida cotidiana de los mineros, cuyas voces aún resuenan en este recorrido subterráneo.




Los Espejos de Salmuera

La sal se extraía disolviendo la roca salina en agua para producir salmuera, en un proceso llamado saturación. En el interior de la mina hay 28 tanques de saturación dispuestos en forma de "L", construidos en concreto. Para obtener un litro de salmuera con 314 g de sal, se disuelve una tonelada de sal en 2.700 litros de agua. En promedio, se necesitan 3 litros de salmuera para producir un kilo de sal.



Locación de la Película Los 33

En varias cámaras de la mina se grabaron escenas de Los 33, película basada en el rescate de los mineros atrapados en la mina San José (Chile) en 2010. Se reconstruyó la cápsula Fénix, diseñada por la Armada Chilena con apoyo de la NASA, utilizada en el rescate. El rodaje se realizó entre octubre de 2013 y enero de 2014, con la participación de actores internacionales como Antonio Banderas, Mario Casas, Rodrigo Santoro, Lou Diamond Phillips y Kate del Castillo.


La Cascada de Sal y el Pozo de los Deseos

Por la filtración natural del agua dulce a través de las paredes de la mina se han formado afloramientos salinos que, al mezclarse con la roca, crean contrastes entre el blanco de la sal y el gris oscuro del entorno. De ahí surge la Cascada de Sal, un espectáculo natural subterráneo. Cerca de ella se encuentra el Pozo de los Deseos, donde los visitantes lanzan monedas con la esperanza de que sus deseos se cumplan, siguiendo una tradición minera.




La Capilla

Uno de los espacios más emblemáticos es la Capilla subterránea, construida por los mineros en 1946 como símbolo de protección espiritual ante los peligros del trabajo. Fue inaugurada el 14 de diciembre de 1968. Allí destaca una escultura de la Virgen del Carmen, tallada en roca de sal por mineros dirigidos por David Rincón, que parece flotar sobre el mundo. También se encuentra una réplica del Señor Caído de Monserrate, hecha con una mezcla de sal y resina.



Homenaje a los Mineros

Entre los protagonistas de la historia minera se encuentra José Maximiliano Chuy Gómez, considerado uno de los hombres más fuertes de Colombia. Durante las primeras décadas del siglo XX trabajó incansablemente en la mina, enfrentando gases peligrosos y explosivos, ayudando a construir los socavones que hoy recorren los visitantes.
 


Leyenda del Cacique Nemequene

La mina también guarda leyendas indígenas. Se cuenta que el Cacique Nemequene tuvo una visión mientras descansaba bajo un árbol sabanero: vio la llegada de hombres blancos con armaduras que les arrebatarían los tesoros obtenidos por medio del trueque con sal. Ordenó entonces esconder sus riquezas en el cerro conocido como El Santuario. La llegada de Gonzalo Jiménez de Quesada dio cumplimiento a esa premonición. Nemequene también fue el creador del Código Nemequene, una forma de legislación avanzada para su tiempo, que no existía en otras tribus.



Sin duda, visitar la mina de sal de Nemocón es una manera distinta de pasar el día, mientras se descubre un trabajo artesanal de origen antiguo.





martes, 26 de agosto de 2025

Crónica: El Ruido de la Envidia, el Silencio del Esfuerzo

Nos encanta juzgar desde la orilla. Vemos un auto de lujo y pensamos: "Debe haber nacido con suerte" o "Seguro lo consiguió de forma deshonesta". Vemos a alguien con un título universitario y asumimos que tuvo la vida fácil, sobre todo si viene de una costosa universidad, pues algunos pensarán que, si sus padres no hubieran pagado, no habría sido tan "sencillo". Rara vez nos detenemos a pensar en la historia detrás: los sacrificios, las horas de estudio o los negocios que fracasaron antes de que uno triunfara. Solo vemos la punta del iceberg, la fachada reluciente, y a partir de ahí, elaboramos nuestra propia historia.


Detrás de cada éxito hay una batalla. El que heredó una empresa familiar no la recibió gratis; posiblemente dedicó su juventud a mantenerla, trabajando los fines de semana y enfrentando la presión de no ser el eslabón débil de la cadena. El que construyó su propio camino, el "hecho a sí mismo", probablemente se desveló incontables noches, se perdió celebraciones familiares y tomó riesgos que lo dejaron al borde de la quiebra. El político que proviene de una familia adinerada o que lleva tiempo en la esfera pública tampoco lo tiene necesariamente fácil. Al contrario, desde el principio está bajo el escrutinio constante de la opinión pública, enfrentando críticas y una presión particular por su posición y las expectativas que genera su apellido o su trayectoria.

Foto de SIMON LEE en Unsplash
Sin embargo, hay quienes rechazan la idea misma del esfuerzo. Prefieren la queja y el resentimiento, esperando que las cosas les "caigan del cielo" o que el gobierno les resuelva la vida. Es una mentalidad pasiva que se arraiga, una especie de rencor silencioso que se vuelve tóxico. En lugar de inspirarse en el éxito ajeno, se sienten ofendidos. El logro de otra persona no es una meta a seguir, sino una afrenta personal.

Lo más grave es que esta visión se hereda. Los hijos de quienes cultivan este resentimiento crecen con la idea de que el mundo "les debe algo". Se les enseña a juzgar en lugar de a trabajar, a envidiar en lugar de a inspirarse. Es un ciclo que se repite, dejando a una nueva generación atrapada en la misma mentalidad.

Y de ese resentimiento nace la envidia más destructiva. No se queda solo en el pensamiento, sino que se manifiesta en actos: un comentario venenoso que busca herir, un rumor que intenta desacreditar, un obstáculo que pretende detener un sueño. A veces, estos ataques funcionan. Un comentario puede sembrar una duda, un sabotaje puede hacer que alguien renuncie. La persona que causó el daño, a menudo, sigue su camino tan feliz, sin medir la devastación que dejó a su paso.

Al final, la lucha es personal. El éxito es un camino solitario, y el mayor obstáculo no siempre está en las circunstancias externas, sino en la mentalidad. Tenemos la opción de construir o de destruir. De admirar o de envidiar. De trabajar o de esperar. Y, sobre todo, tenemos la responsabilidad de enseñar a la siguiente generación a hacer lo mismo.

Porque la verdadera riqueza no está en lo que se hereda, sino en la capacidad de construir y perseverar. Nadie sabe lo de nadie: lo que tuvo que luchar una persona para llegar a donde está, lo mal que lo pudo haber pasado. Y sí, algunas personas que nacen en familias acomodadas también pueden pasarlo mal por diferentes motivos. Muchas cosas se quedan de puertas para adentro. Ya sea un político, empresario, artista o deportista exitoso, más allá de la figura pública, debemos ver al ser humano: al hijo o hija, al padre o madre, al hermano o hermana, al amigo o amiga. No tenemos ni idea de lo que pasa dentro de su casa, no nos quedemos solo con la figura pública, la consideremos buena o mala, vayamos más allá.

Al igual que en las redes sociales, estas figuras públicas proyectan una cierta imagen hacia el exterior, acorde al cargo que desempeñan, pero eso no significa que sean así en la vida real. En más de una ocasión, hemos visto cómo actores que interpretaban papeles encantadores resultaron ser personas vanidosas y soberbias en el tú a tú, del mismo modo que se ha visto a políticos que parecían intransigentes en sus discursos ser personas muy amables y humildes en persona.


La empatía es uno de esos valores que se está perdiendo cada vez más, pues muchos se polarizan sin pensar más allá de lo que ven u oyen en los medios de comunicación o, peor aún, de lo que leen en redes sociales o escuchan de vecinos que fabricaron su propia verdad a partir de algo que ya estaba deformado.


¡Sus comentarios son más que bienvenidos!



martes, 19 de agosto de 2025

Leer es Resistir, Mario Mendoza

La historia que tengo con este libro es interesante: lo compré varias veces, pero siempre lo regalé antes de poder simplemente empezar a leerlo. Y es que el mensaje, Leer es Resistir, resonó mucho conmigo. En un mundo donde lo único que muchos leen son los mensajes de Whatsapp, sentarse a leer un libro en papel parece realmente un acto de rebeldía.


Sinopsis:

Anlos siete años, mientras le hacía el quite a la muerte en una cama de hospital, Mario Mendoza descubrió los libros y su potencia liberadora con un ejemplar de Cuentos de hadas franceses. En ese momento se volvió lector e inició una amistad inquebrantable con aquellos objetos. Durante sus meses de convalecencia armó su primera biblioteca en un morral y tras recuperarse salió a devorar páginas y páginas de las obras que fueron cayendo en sus manos. DeTintin a Verne pasando por Salgari, entre otros. Se convirtió en lo qu él cre que es todo lector: un aprendiz de brujo.

Muchos años después, en medio de una pandemia, con la muerte enseñoreada en el planeta, escribió Leer es resistir. Un conjunto de relatos protagonizados por libros, autores y lectores, un llamado vehemente a recordar que "leer es una fuerza que significa emancipación, resistencia y resiliencia" y que "seguiremos leyendo porque las páginas que amamos, en medio del infierno que vivimos día a día, son nuestra única redención posible". 


Mi opinión:

Aunque no se trata de mi libro favorito de Mario Mendoza, debo reconocer que, al leerlo, me sentí más cercana al autor. Descubrí aspectos de su juventud que desconocía, así como el origen de su pasión por la lectura y los libros. Leía lo que caía en sus manos, y quizás por eso sus escritos son tan versátiles, tan abiertos al mundo.

Escrito durante el confinamiento por la pandemia del COVID-19, este libro fue para Mendoza —una vez más— un refugio, un bálsamo, como ya lo había sido en su niñez, tras ser operado de una peritonitis. En sus páginas, nos habla también de los distintos lugares en los que vivió y de algunos de los viajes que marcaron su vida.

Dividido en tres partes —“Bordes”, “Pasadizos” y “Extramuros”—, esta suerte de autobiografía literaria nos abre la puerta al corazón del autor: sus influencias, sus pasiones lectoras, los escritores que han modelado su pensamiento y su estilo. Desfilan nombres como Stefan Zweig, Hermann Hesse, Emily Dickinson, Andrés Caicedo, Virginia Woolf y Charles Baudelaire, entre otros que conforman una bibliografía invaluable.

Pero este libro no es solo un catálogo de lecturas; también es una reflexión sobre la empatía, sobre la capacidad de encarnar el dolor ajeno, de hacer lo que amamos, de entender y abrazar la diferencia. Nos invita a dar oportunidades, a valorar cada instante, a no tragarnos las verdades sin cuestionarlas, a creer en la cultura y en la educación como herramientas poderosas de transformación.

En este diario íntimo, Mendoza narra algunas vivencias que lo marcaron y lo hicieron quien es hoy: un trabajador incansable que decidió no seguir la ruta del establecimiento, sino calzarse las botas y contar esas historias que la crítica y la academia suelen desdeñar, pero que han enamorado y representado la realidad de una legión de lectores cada vez mayor. "No se escribe para aparecer en periódicos y revistas —nos recuerda el autor—, sino para entregar lo mejor de sí mismo en un acto de generosidad absoluta." Y eso, precisamente, es lo que hace en estas páginas: compartir con nosotros su verdad más profunda."




Algunas de las citas que más me gustaron:

"Muchas personas consideran la llegada de una nueva vida como la máxima experiencia espiritual. Intento comprenderlo, pero me cuesta mucho. Reproducirse no es lo que nos hace humanos. Lo hacen los microorganismos, los peces, los insectos, los otros mamíferos."

"La política y la religión no son de fiar."

"La obediencia no es una virtud. Todos los experimentos de psicología demuestran que los sujetos obedientes son sumamente peligrosos e irracionales: acatan la s órdenes sin pensar y son capaces de grandes atrocidades."

"Las redes sociales están diseñadas para crear adictos, para convertir a los usuarios en yonquis que no se pueden desprender de sus teléfonos celulares."

"La palabra revolución significa que damos una vuelta y volvemos a quedar en el mismo lugar."

"Lo verdaderamente innovador es aprender a amar lo diferente. Los que piensan como yo me condenan a repetirme. Solo los que piensan distinto me enriquecen."

"La palabra clave es "no". No a las invitaciones, no a la vida social inútil, no a los viajes innecesarios, no a los trabajos espurios, no a las reuniones superfluas."

"Que no eres el centro del mundo, que tal vez te estás otorgando demasiada importancia. Piensa en los demás. Nacemos para los otros."

"Hay momentos que son como largas caídas en abismos invisibles, como si uno se estuviera hundiendo en arenas movedizas que no pueden verse, pero que ahí están, devorándonos, chupándonos, aniquilándonos."

"El monstruo a veces no es un ser hundido en unas reflexiones oscuras y abyectas, sino un empleado servil y pusilánime."

"El verdadero arte nunca busca agradar, no maquilla, no edulcora, no pretende ser reconciliador."

"La evolución se mide por la capacidad de adaptación para sobrevivir."

"Leemos para ser otros, para salir de la cárcel del yo, de la identidad, y en consecuencia aventurarnos a cambiar el mundo que nos circunda."


martes, 12 de agosto de 2025

Ciudad Montes: Crónica de un Barrio que ve caer sus Casas y alzar Torres sin Alma

El lunes, el parque de Ciudad Montes parece otro lugar. No hay piñatas, ni carros con baúles abiertos sonando reguetón, ni humo de asadores improvisados. Solo unos niños en bicicleta, un par de ancianos jugando dominó, y yo, recién llegada de la costa pacífica, tratando de entender dónde había aterrizado después de casi dos años lejos de Bogotá.

Fue en ese parque donde decidí, desde el principio, hacer mis caminatas entre semana. Había visto lo que se armaba allí cada fin de semana: familias de toda la ciudad llegaban a celebrar cumpleaños, a descansar bajo la sombra de los árboles o a armar sus fiestas portátiles. Y aunque el bullicio tenía su encanto, yo buscaba otro ritmo.


Arrendé un apartaestudio a escasos metros del parque, en una calle que aún conserva algunos vestigios del pasado: una placa que recuerda que Antonio Nariño estuvo preso allí, casas bajas con patios escondidos y una vecindad donde aún se saluda con un “buenos días” al pasar. Llegué hace casi ocho años, extranjera y sola, con más preguntas que certezas.

Recuerdo bien las advertencias. “¿Vas al sur? ¿Estás loca? Allí te van a robar, violar, matar”. Me lo dijeron colombianos y también otros inmigrantes —o expats, como algunos prefieren llamarse, como si el origen diera caché a la experiencia migratoria. Pero no escuché. Quise hacerme mi propia opinión.

Y me quedé.

La Octava Sur, entonces, era una vía tranquila, con algunos restaurantes y bares frecuentados por vecinos que sacaban el carro el sábado para ir a almorzar en familia. Era una zona viva, pero no agitada. Luego, la estación de TransMilenio “Sena” cerró, y con ella comenzó un proceso que transformó el barrio: la construcción del metro prometía mejorar la movilidad, pero también abrió la puerta a la especulación y al reordenamiento urbano.

Las casas unifamiliares —muchas con jardines que contaban la historia de generaciones— fueron demolidas. En su lugar, se levantaron edificios de cemento y vidrio, impersonales, con locales comerciales que se repiten: restaurantes que prometen experiencias “únicas”, pero sirven lo mismo de siempre, a precios inaccesibles para la clase media que aún habita aquí.

Las constructoras avanzan, “convenciendo” a las pocas familias que quedan de vender su casa de uno o dos pisos, para construir sobre ella torres sin balcones, sin aire, sin alma. Y pienso: ¿no aprendimos nada del encierro de 2020? En esos meses de pandemia, todos anhelábamos un rincón al aire libre, una ventana por donde entrara el sol. Muchos se hicieron con un perro solo para tener una excusa legal para salir. Cinco años después, seguimos construyendo como si la vida ocurriera solo adentro.


Me adapté al barrio. Lo recorrí, lo entendí, lo quiero. Hice amigos —y, al parecer, algún enemigo también—. Pero me inquieta esta fiebre constructora que parece no tener fin. ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué calidad de vida se puede esperar cuando vivir se reduce a habitar una caja sin balcón ni vista?

Amo Bogotá. Es de las pocas capitales que conozco donde aún hay tantos parques, zonas verdes, cerros que miran la ciudad desde arriba. Pero, ¿cuánto tiempo más podremos sostener esta cordura urbana si seguimos alejándonos del verde, del silencio, del aire puro?

Desde que llegué, han pasado muchas cosas. Algunos murieron. Hubo asesinatos que aún no se explican. Sicarios contratados por mentes oscuras con dinero suficiente como para matar sin ensuciarse las manos. También hubo casos ligados al narcotráfico. Incluso se habló de un secuestro hace unos años.

Y luego están los influencers. La mayoría, más interesados en las invitaciones gratuitas que en el criterio, reseñan restaurantes donde la comida no se puede ni terminar. El espectáculo se impone sobre la calidad.

Uno de mis mejores amigos también fue asesinado. No ocurrió en Ciudad Montes, sino en Medellín, donde hacía unas prácticas. Pero él vivía a dos cuadras de donde vivo yo. Su caso, como tantos otros, se tornó oscuro, turbio, sin justicia.

A veces vuelvo al parque un lunes cualquiera. No hay globos ni fiestas. Solo niños jugando entre árboles viejos que, por ahora, siguen en pie. Y me pregunto: ¿cuánto más resistirá este barrio? ¿Cuánto más resistiremos nosotros?


martes, 29 de julio de 2025

Tradiciones Culinarias: el Ajiaco Santafereño

El ajiaco es uno de los platos más representativos de Bogotá, capital de Colombia. Esta sopa espesa y reconfortante tiene un origen ancestral que se remonta a los Muiscas, pueblo indígena que habitó (y habita) la altiplanicie cundiboyacense. 

Ellos preparaban una sopa a base de papas, maíz y ají —de ahí proviene su nombre— como parte de su dieta cotidiana. Con la llegada de los colonizadores españoles, el ajiaco incorporó nuevos ingredientes como el ajo y las carnes, especialmente el pollo. 

Más tarde, en el siglo XIX, la influencia culinaria francesa trajo consigo la adición de crema de leche y alcaparras, transformando el plato en la versión que hoy conocemos. 

Actualmente, el ajiaco se sirve con pollo desmechado, mazorca tierna, papa en diferentes variedades, guascas (una hierba aromática local), alcaparras, crema de leche y aguacate. 

Su preparación cuidadosa y su sabor reconfortante lo han convertido en símbolo de la identidad bogotana. Tanto así, que cada año se celebra un concurso para elegir el mejor ajiaco de la ciudad. 

Aunque el ajiaco tradicional es propio de Bogotá, en otras regiones del país existen versiones con ingredientes y estilos adaptados a sus contextos culturales y gastronómicos. 


Un ajiaco auténtico y sabroso debe incluir: 

  • Tres tipos de papa: Papa sabanera, de textura firme Papa criolla, amarilla y de sabor dulce Papa pastusa o paramuna, ideal para espesar la sopa 
  • Pollo (preferiblemente muslo o pechuga desmechada) 
  • Mazorca (trozos tiernos de maíz) 
  • Guascas, la hierba indispensable que le da su sabor característico 
  • Cebolla, ajo, sal y pimienta al gusto 
  • Crema de leche y alcaparras, añadidas al gusto en el momento de servir 
  • Acompañamientos tradicionales: aguacate en tajadas y pan con mantequilla 




El ajiaco no es solo un plato; es una expresión de historia, tradición y sabor colombiano. Ideal para los días fríos de Bogotá, esta sopa sigue conquistando corazones por su sabor profundo y su rica herencia cultural.

martes, 22 de julio de 2025

El Sonido de tu Piel al desgarrarse, Álvaro Vanegas

Al saber que me gusta mucho leer novelas oscuras, después de preguntar por recomendaciones en la librería, mi amiga Carolina me regaló El Sonido de tu Piel al desgarrarse, de Álvaro Vanegas, por mi cumpleaños. 


Sinopsis:

La primera vez que la vida de Luisa cambió para siempre fue cuando la asesinaron a ella y a su esposo. La segunda vez, cuando se enfrentó a los asesinos.

Después de un brutal ataque, Luisa muere, sueña y vuelve a la vida. Desde entonces se dispone a cazar a los culpables, pero en esa búsqueda descubre fuerzas antiguas que superan las de cualquier mortal... por suerte, ella a dejado de serlo.

Muertes, sexo, sangre, vampiros, piel que se desgarra y una profecía.


Mi opinión:

Escrita por Álvaro Vanegas, uno de los autores más reconocidos del terror colombiano, esta novela transcurre en Bogotá e inicia con la protagonista y su esposo y perra, siendo víctimas de un brutal ataque en Chapinero. Desde un inicio el autor nos pone en el contexto de una ciudad que esconde peligros en todas partes, pero también más tarde nos describe su lado más variopinto cuando menciona que Luisa, la protagonista "amaba caminar por el centro de Bogotá". 

unque más descarnada que las novelas a las que estoy habituado, El Sonido de tu Piel al desgarrarse se revela como una lectura tan fluida como inquietante. No suelo inclinarme por la novela fantástica, y mucho menos por historias de vampiros, pero en esta ocasión el tema me atrapó desde el principio. Su ritmo vertiginoso y su atmósfera densa y magnética envuelven al lector, y es casi imposible soltar el libro: la necesidad de conocer el destino de los personajes crece con cada página, como una fiebre que se intensifica sin remedio.

Además, la obra propone dos finales distintos. Algunos elegirán leer solo uno, yo decidí leer ambos y me quedo con el segundo.

La edición, por su parte, es un verdadero acierto: los dibujos que introducen cada parte aportan una dimensión visual que acompaña y potencia la narrativa, y el filo negro de las páginas envuelve el libro en una estética lúgubre y elegante, perfecta para la historia que contiene. Un objeto bello y perturbador, a la altura del relato que encierra.


Algunas de las citas que más me gustaron: 

"Estamos tan acostumbrados a la maldad, tenemos tan naturalizada la corrupción que la culpa nunca será del victimario"

"¿La locura no era, acaso, optar por mentir y traicionar en vez de ser claros?"

"[...] ya una relación requiere un montón de energía y cuidado como para hacerlo con dos personas."

"Como pasa con los humanos: los buenos somos más, pero los malos están más organizados."

"Era una ciudad indiferente, un mundo indiferente al sufrimiento ajeno, no tenía de qué preocuparse... o eso quería creer."